Capítulo 167
La pastilla anticonceptiva describió un arco en el aire mientras Romeo la lanzaba hacia ella. Irene apretó los labios, Sintiendo cómo la humillación se mezclaba con la rabia en su pecho.
-Yo me encargo–murmuró con voz cortante.
El ritual de sumisión se repetía como tantas otras veces: ella tragando la pastilla bajo su mirada vigilante, una escena que le provocaba un dolor agudo en el corazón Aunque tomara la iniciativa, sabía que eso no cambiaría su posición en el corazón de Romeo. Pero al menos le permitía conservar un fragmento de su dignidad.
Romeo observó cómo ella le arrebataba la pastilla de la mano. Su ceño fruncido se relajó mientras cerraba el frasco y lo guardaba.
-La próxima vez piénsalo dos veces -dijo con tono cortante-. No andes por ahí metiéndote en problemas.
El mensaje era claro: quería que se mantuviera alejada de David. Los labios de Irene, hinchados y enrojecidos por la violencia de sus besos, palpitaban dolorosamente ante el más mínimo roce. Sin poder contener una mueca de dolor, se dio la vuelta y se acostó, dándole la espalda.
Por qué perdió el control así esta noche?“, se preguntó, aunque en el fondo no quería conocer la respuesta. El cansancio Ta venció rápidamente, arrastrándola hacia un sueño inquieto.
Antes, Romeo solo se comportaba con esa intensidad salvaje cuando regresaba de sus viajes de negocios, dejándola adolorida durante días. Ahora, después de apenas unas horas de descanso, el dolor agudo en sus músculos la golpeaba sin tregua.
La mañana llegó demasiado pronto. Irene se incorporó con dificultad y se arrastró hasta el baño. El espejo le devolvió una imagen que la hizo estremecer: labios hinchados y marcas de mordiscos esparcidas por su cuello como un collar de violencia. Las imágenes de la noche anterior se reproducían en su mente con brutal claridad.
La ropa desperdigada por el suelo del baño era un testimonio más de aquella locura. No podía permitir que María Jesús lo viera así. Se apresuró a limpiar y ordenar antes de prepararse para el trabajo.
igió cuidadosamente un suéter blanco de cuello alto para ocultar las marcas, aunque las heridas en sus labios se negaban a ser escondidas.
Al llegar a la oficina, el llamado de Lisa no se hizo esperar. Apenas había puesto un pie en el despacho cuando las críticas comenzaron a llover sobre ella como una tormenta.
-Irene, ¿qué no te das cuenta de tu posición? -Lisa la atravesó con la mirada-. Me vale que tengas bronca con la señorita Núñez, ¡no puedes nada más bloquearla así como así! Ahora mismo me vas a explicar qué está pasando.
Irene se mantuvo firme frente al escritorio, aunque cada músculo de su cuerpo protestaba por el dolor.
-Son asuntos personales -respondió con voz átona-. No voy a tomar este proyecto y punto. Si quieres reportarme con recursos humanos para que me corran, adelante. No tengo nada que decir al respecto.
El cansancio se dibujaba en cada línea de su rostro. Lisa la observó con más atención, recordando de pronto el comentario de que el esposo de Irene la trataba como a una amante más. Un destello de compasión cruzó por sus ojos: aquí estaba una graduada de una universidad prestigiosa, con premios por su proyecto de titulación y un futuro brillante por delante, que había elegido el matrimonio solo para terminar siendo una más en la lista de un hombre.
“¿Qué problema tendrá con Inés?“, se preguntó Lisa. “Seguro esa mujer la está provocando a propósito“.
-¿Así que nomás vas a dejarlo botado? -Lisa no podía simplemente reportar esto como una falta de profesionalismo-. Mira, el proyecto con la señorita Núñez representa una ganancia de seis cifras. Si se nos va por tu culpa, ¿cómo piensas compensarlo? Mientras sigas en Estudio Píxel & Pulso, ¡vas a tener que responder por esto!
Los ojos de Irene se endurecieron.
-Ya sé que me traes entre ceja y ceja. No me importa qué arreglos hayas hecho con Inés para deshacerte de mí, lo acepto. Ahora que no me doblo, ¿no es el pretexto perfecto para correrme?
Niba a renunciar por su propia voluntad. Si querían que se fuera, tendrían que despedirla.
Lisa se atragantó con sus propias palabras.
18-15
Capitulo 167
No digas tonterías, yo apenas y conozco a la señorita Núñez. Es que… es muy especial, ¿me entiendes? Piénsalo, siendo Ja novia de Romeo, obvio que se siente la muy muy. Si no la puedes tener contenta, ¡pues ni modo!!
Una sonrisa amarga se dibujó en los labios lastimados de Irene. La novia podía darse el lujo de ser arrogante, mientras que ella, la esposa, tenía que caminar de puntitas.
-Te lo advierto -continuó Lisa-. La empresa le está apostando fuerte al proyecto Valle Aureo. El presidente Aranda apenas está tomando las riendas, y si perdemos un proyecto de este tamaño, le va a pegar duro. Si no quieres perjudicarlo, más te vale seguir con esto.