Capitulo 161
Capítulo 161
Romeo ajustó su agarre sobre el volante de cuero mientras el perfil de los edificios corporativos se recortaba contra el cielo matutino. Sus labios delgados se tensaron antes de hablar.
-¿Hay alguna posibilidad de salvarla?
Al otro lado de la línea, el silencio de Esteban pesaba como plomo. El sonido de papeles moviéndose delataba su inquietud. -Mira, justo ahora estoy probando un tratamiento experimental que podría funcionar para su condición. Pero todavía estamos en fase de pruebas….
Romeo cortó sus explicaciones con brusquedad.
-Lo que necesites, pídeselo a Gabriel -Su mandíbula se tensó visiblemente-, Pero no te pases de listo.
Una risa nerviosa resonó a través del altavoz.
–Qué mandón te pones, Romeo–La voz de Esteban tembló ligeramente. No te preocupes, tengo mis principios….
El pitido de la llamada terminada ahogó sus últimas palabras. Romeo había colgado sin ceremonias, pero la preocupación se filtró en sus facciones usualmente impasibles. Si Esteban admitía que era un caso complicado, significaba que la Situación de Daniel era más grave de lo que imaginaban.
El recuerdo de Irene la noche anterior, con su vulnerabilidad inconsciente, suavizó momentáneamente el filo de su irritación. “Las mujeres“, pensó con una mezcla de condescendencia y fascinación, “siempre tan emotivas, tan difíciles de controlar.”
Al llegar a la empresa, su voz cortó el aire del vestíbulo mientras se dirigía a Gabriel.
-Cancela la cena de esta noche. Reserva algo del gusto de la señora y envíale los detalles a su celular.
Gabriel parpadeó, desconcertado. En todos sus años trabajando para Romeo, jamás lo había visto hacer una reservación para Irene.
-¿Sucedió algo?
La situación de Daniel es más delicada de lo que pensamos -Romeo se aflojó la corbata con un gesto mecánico-. Hay que consolarla.
Gabriel contuvo su asombro. Romeo nunca había mostrado interés activo por el estado emocional de Irene. Sin perder tiempo, procedió a reservar en el mejor restaurante de Puerto del Oeste.
La mañana de principios de invierno se derramaba sobre la ciudad como oro pálido. Los árboles desnudos proyectaban sombras fantasmales sobre el rostro de Irene mientras conducía. Sus lentes oscuros ocultaban la mitad de su rostro, pero no lograban disimular por completo las ojeras que el maquillaje intentaba cubrir. La noche anterior había sido otra de insomnio, pero la cortesía exigía un rostro presentable para su encuentro con David.
Al estacionar frente al pabellón de diseño, la figura de David esperando en la entrada dibujó una sonrisa involuntaria en sus labios. Él bajó los escalones a su encuentro, su rostro iluminándose al verla.
-Perdón por hacerte madrugar. Sé que apenas tienes tiempo para descansar y te cité tan temprano para ver la exposición.
Irene se quitó los lentes con un movimiento fluido, revelando unos ojos cansados pero brillantes.
-El simple hecho de que consiguieras los boletos y me invitaras ya es más de lo que podría pedir.
David le extendió un vaso de café. Sus dedos se rozaron en el intercambio, y el frío de su piel la sorprendió.
-¿Llevas mucho tiempo esperando?
Una sonrisa leve curvó los labios de David mientras caminaban hacia el interior.
-Acabo de llegar.
Pero sus manos heladas lo delataban. Había venido en auto, así que el trayecto no justificaba esa temperatura. No, sus manos estaban frías porque había estado esperándola en la entrada.
Conozco el lugar. La próxima vez espérame adentro.
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David sostuvo la puerta para que ella pasara, un gesto que frene agradeció con un asentimiento suave.
Gracias.
El espacio de exposición se desplegaba ante ellos, vasto y luminoso, dividido en dos áreas diferenciadas. Una recreaba diversos diseños basados en planos arquitectónicos, mientras que la otra presentaba los diseños en pantallas interactivas que permitían una vista de 360 grados.
David sostenía su café con una mano mientras la otra descansaba casualmente en su bolsillo.
-Este diseño tiene un aire muy similar al del ganador del concurso nacional del año pasado. Apostaría que son del mismo
autor.
Mientras recorrían la exposición, David iba desgranando observaciones sobre cómo los elementos del diseño contemporáneo habían evolucionado a partir de obras anteriores. Era información que Irene podría haber investigado por su cuenta, pero le habría tomado semanas de estudio, y su tiempo ya estaba comprometido con decenas de otras obligaciones.
Sus ojos no se apartaban de los planos mientras absorbía cada palabra de David.
-En los últimos años, el estilo europeo y americano ha perdido popularidad. Ten eso en cuenta para tus próximos
concursos
A pesar de sus años en el extranjero, David nunca había dejado de monitorear las tendencias del diseño interior nacional. Sus consejos destilaban una genuina preocupación por el desarrollo profesional de Irene.
Ella dio un sorbo a su café, dejando que el amargor se disolviera en su lengua antes de hablar. -No habrá más concursos. No quedé seleccionada.