Capítulo 157
-¿Romeo?
César retiró su mano como si hubiera tocado fuego vivo. Con movimientos nerviosos, arrastró una silla cercana hacia donde estaba su yerno.
-Romeo, qué bueno que viniste a ver a Dani. Yo… me dejé llevar hace un momento.
En su mente resonaba la necesidad de preservar la dignidad de Irene frente a Romeo, sin importar si este planeaba o no divorciarse de ella. Con una sonrisa que más parecía una mueca de dolor, volvió a señalar la silla.
Romeo permaneció de pie, su mirada oscura e indescifrable clavada en Irene. La escena frente a él era patética: un padre incapaz de controlar sus impulsos y una mujer que parecía haber olvidado por completo su posición como la señora Castro. ¿Cómo era posible que se dejara abofetear tan fácilmente? ¿Dónde estaba su dignidad como esposa de un Castro?
Sus ojos, ardiendo con una furia apenas contenida, se dirigieron hacia César.
-Que sea la última vez. Es mi esposa.
Su voz cortó el aire como un látigo, recordándole a César que antes que su hija, Irene era su
esposa.
Un sudor frío perló la frente de César, quien solo atinó a tragar saliva. Yolanda, sin atreverse a desafiar a Romeo, se acercó sigilosamente a Irene y jaló suavemente la manga de su blusa.
-¿Qué estás esperando? Dile algo a tu papá, no fue su intención.
Irene aún no salía de su asombro por la súbita aparición de Romeo. No sabía si sentirse protegida o humillada de que la hubiera encontrado en un momento tan vulnerable. Era típico de él: defender lo que consideraba suyo, intervenir contra César… todo por mantener su
imagen.
¿Conmoverse? La imagen de Romeo marchándose con Inés atravesó su mente como una daga. No había nada por qué conmoverse.
Con una mirada vacía respondió:
-¿Y entonces de quién es la culpa? ¿No tenía derecho a venir a ver a mi hermano?
-¡Claro que no debiste venir! -César se apresuró a intervenir, consciente de que solo había pagado un mes del tratamiento de Daniel. El próximo mes dependería completamente de Irene-. Mi amor, fue un arranque, me preocupa ver así a Dani. No me guardes rencor, entre padre e hija el enojo no dura ni una noche…
César se acercó a ella sonriendo nerviosamente, dándole la espalda a Romeo mientras le lanzaba miradas significativas a su hija. El contraste entre su expresión amenazante y su tono meloso era perturbador.
Irene ignoró su pantomima y se dirigió a Yolanda:
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Capítulo 157
-Le dije a la enfermera que se retirara. Alguien tiene que quedarse esta noche.
Yolanda instintivamente buscó la mirada de César.
-Tú vete a casa -declaró él sin titubear-. Con que se quede tu mamá es suficiente. Además, para cualquier cosa nos hubieras llamado, no tenías por qué cuidar tú sola a Dani dejando a Romeo solo. Eso no está bien. Mejor regresa con él.
Romeo detectó la hipocresía en cada palabra. Con una mueca de desprecio apenas disimulada, fue el primero en abandonar la habitación.
Irene tomó su bolso y salió sin decir una palabra. En el pasillo, Romeo ya esperaba el elevador. Se acercó lentamente hasta quedar a su lado.
Los pasos apresurados de Yolanda resonaron tras ella.
-Irene, ¿podemos hablar un momento? -preguntó con una sonrisa nerviosa dirigida a Romeo.
Irene la siguió hasta un pasillo cercano. Yolanda la examinaba con ojos ansiosos.
-¿Cómo has estado estos días?
-Ve al grano–cortó Irene-. Di lo que tengas que decir.
Al ver que Irene no había notado el cambio en sus pastillas anticonceptivas, Yolanda forzó una
sonrisa conciliadora.
-Tu papá dice que pronto hay que pagar otro mes del tratamiento de Dani, y con lo que acaba de pasar… que Romeo te vio así… No sé si se vaya a enojar y nos deje de ayudar. Cuando llegues a casa trata de contentarlo, no lo hagas enojar más…
Irene sintió un peso en el estómago. Los cien mil pesos que tenía guardados no serían suficientes para cubrir el tratamiento de Daniel.
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