Al Mal esposo 123

Al Mal esposo 123

Capítulo 123 

-Eso no puede ser. -Las palabras brotaron de los labios de Inés casi sin pensarlo

Su mente daba vueltas tratando de procesar la información. ¿La casa de Irene no seguía siendo también la de Romeo? ¿Cómo se atrevería David a presentarse ahí para cocinarle

Lisa apretó el teléfono contra su oreja, la urgencia palpable en su voz

-¡Te juro que lo escuché con mis propios oídos

El silencio se extendió al otro lado de la línea mientras Inés buscaba una excusa para terminar la llamada. Sus dedos ya se movían ansiosos, listos para marcar otro número

-Necesito que la vigilen. Cada paso que , cada lugar al que vaya, con quién se juntetodo

A las cinco en punto, cuando el sol comenzaba a teñir el cielo de tonos cobrizos, Irene salió de la oficina. Había acordado encontrarse con David en la calle lateral para evitar miradas indiscretas y chismes innecesarios de sus compañeros de Estudio Píxel & Pulso

Mientras caminaba, sacó su celular y marcó un número familiar

-María Jesús, no voy a cenar en casa esta noche

-¿Y el señor va a volver? -La pregunta brotó instintivamente de la empleada

La hora pico había llenado las calles de gente que se movía como un río humano. Irene se pegó a la pared para evitar ser arrastrada por la corriente de peatones

-No estoy segura¿podrías avisarle que me quedaré trabajando hasta tarde? Dile que no me 

espere para cenar

-Como usted diga, señora

El corazón de Irene latía con fuerza mientras guardaba el celular y apresuraba el paso hacia la calle contigua. El SUV de David resaltaba entre los demás vehículos, y al verla, él extendió el brazo para abrir la puerta del copiloto desde dentro

Irene dudó por un momento, considerando si debería sentarse atrás, pero finalmente rodeó el vehículo y ocupó el asiento delantero

-¿Llevabas mucho esperando

El frío del invierno naciente había teñido su nariz de rojo y le daba a su voz un tono ligeramente nasal. David ajustó la calefacción, observando cómo ella se frotaba las manos enguantadas

-Acabo de llegar. Nati ya se encargó de comprar todo, podemos ir directo a su casa

Irene se detuvo a medio abrochar el cinturón

-¿Ella compró las cosas? Pero si quedamos en que yo invitaba¿ahora resulta que ella es la 

apitulo 

anfitriona

-No te pongas en ese plan con nosotros. -David sonrió con calidez-. Solo es un pretexto para estar juntos, ¿qué más da quién pague

El motor cobró vida y las puertas se aseguraron con un clic. David echó un vistazo al retrovisor y su cuerpo se tensó al captar el destello de una cámara fotografiando la parte trasera del vehículo

Su pie presionó el freno por instinto

Irene se tambaleó hacia adelante, apenas evitando golpearse contra el tablero

-¿Qué pasó? -Sus ojos siguieron la dirección de la mirada de David

La marea humana seguía fluyendo por la calle sin nada aparentemente fuera de lo normal

David volvió a revisar el espejo, pero el fotógrafo había desaparecido entre la multitud. Liberó el freno y presionó suavemente el acelerador

-Perdón, creí ver a alguien conocido

-¿Quieres que nos detengamos a saludar

-No, me confundí. -David prefirió callar sus sospechas para no alarmarla

El trayecto desde el estudio hasta Colinas Verdes tomó veinte minutos. Mientras se acercaban 

a la entrada del fraccionamiento, donde los visitantes debían registrarse, Irene comenzó a desabrocharse el cinturón

-Yo me encargo del registro, tú sigue

-No hace falta. -David detuvo el auto frente a la caseta y tocó el claxon dos veces

El guardia emergió de inmediato, reconoció el vehículo y activó la barrera electrónica con una inclinación respetuosa

-No entiendo a los ricachones-murmuró Irene mientras avanzaban-. Compran casas como si fueran dulces de la tienda, y ni siquiera tienen que registrar sus placas

El guardia, masticando sus semillas de girasol, observó el SUV doblar en la esquina. No sabía mucho de autos, pero si alguien compraba una casa solo para facilitar su entrada y salida, ¡definitivamente era alguien con dinero! Y sobre aquellos que le pagaban para mantener fuera a los extrañosbueno, ¡si tenían casa ahí, ya no eran extraños

David estacionó frente al edificio. Mientras bajaban, Irene no pudo contener su curiosidad

-¿Cómo le haces para no registrarte

-Le regalé una cajetilla al guardia. -David le guiñó un ojo-. Hace las cosas más simples. Vamos arriba, Nati debe estar esperando

Una sonrisa cómplice se dibujó en sus rostros mientras entraban al edificio

Capitulo 123 

A lo lejos, flotando sobre los límites del fraccionamiento, un dron capturaba cada detalle de la escena a través de su lente

3/3 

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Status: Ongoing
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