Al Mal esposo 117

Al Mal esposo 117

Capítulo 117 

La mandíbula de Romeo se tensó ligeramente

-Como sealas palabras salieron cortantes mientras subía las escaleras hacia la habitación

El aroma a jabón y champú flotaba en el aire cuando entró al dormitorio. Irene, recién bañada, tendía la cama con movimientos precisos y mecánicos. Su cabello negro, aún húmedo, caía como una cascada oscura sobre sus hombros, dibujando sombras tentadoras sobre la tela de 

su bata

Romeo se detuvo al pie de la cama, observándola mientras sus manos delicadas alisaban las sábanas con esa meticulosidad que siempre había admirado en secreto. Como todas las noches, ella encendió el incienso junto a su colección de libros gastados, esos que él nunca se había molestado en hojear

El humo del incienso dibujaba espirales en el aire, recordándole a Romeo los primeros días de su matrimonio, cuando esos pequeños rituales le parecían entrañables en lugar de irritantes

-Ya es tarde. Deberías descansar. Mañana tienes que trabajar

Irene levantó la esquina del cobertor y se sentó en la cama. Sus ojos, ahora más fríos que nunca, se clavaron en él

La garganta de Romeo se tensó ante esa mirada desafiante, tan diferente a la sumisa adoración de antes. Antes de que pudiera responder, su celular vibró con insistencia. La pantalla mostró el nombre de Gabriel

El escándalo de las últimas dos horas había sacudido a la empresa hasta los cimientos. Necesitaba su atención inmediata.

-Entendido

Sin dignarse a responder las palabras de Irene, Romeo se dirigió al estudio. El trabajo siempre había sido su refugio, su excusa perfecta

Irene observó su espalda alejarse y aflojó los dedos que inconscientemente había estado clavando en las sábanas. Podré dejar de hacerle el desayuno, pensó. Podré dejar de atenderlo en todo, pero compartir la camaUn escalofrío recorrió su espalda. Eso era inevitable

Ya estaba preparada mentalmente para otra noche tensa, pero cuando él se marchó, un suspiro de alivio escapó de sus labios. Se acostó de lado, dándole la espalda a su lugar vacío

Romeo podría haber manejado la crisis desde la habitación, pensó. Pero sabía que era una excusa más para evitarla

El reloj marcaba las dos de la madrugada cuando por fin terminó. Estiró su cuerpo entumecido 

y, por costumbre, extendió la mano hacia la derecha. El espacio vacío lo desconcertó

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Capítulo 117 

Normalmente, Irene aparecía como un fantasma silencioso con un vaso de leche tibia o jugo recién exprimido. En las noches más largas, le preparaba algo ligero de comer. Él nunca tocaba la comida, pero siempre bebía la leche, aunque no sin antes reprenderla por interrumpir su trabajo

Esta noche, no hubo interrupciones. No hubo Irene. El silencio lo incomodaba más que sus antiguos intentos por cuidarlo.. 

Es solo la costumbre, se dijo, levantándose. Al entrar al dormitorio, la encontró dormida. Su respiración, suave y acompasada, era el único sonido en la habitación

En la penumbra, los ojos de Romeo recorrieron su figura. Pequeña y vulnerable bajo las sábanas, con el borde de sus párpados ligeramente enrojecido. Había estado llorando

– 

Mientras se acercaba, ella murmuró algo ininteligible antes de darse la vuelta, hundiéndose más en las almohadas

Romeo exhaló profundamente. Con movimientos calculados, subió a la cama y la arropó. Su brazo rodeó la cintura de Irene, atrayéndola hacia su cuerpo con una familiaridad que ya no le pertenecía

Irene no dormía tranquila. En sus sueños, Daniel salía de prisión y la abrazaba entre lágrimas de alegría. Solo cuando el calor familiar de Romeo la envolvió, su subconsciente la dejó hundirse en un sueño más profundo

Las seis de la mañana llegaron con la puntualidad de siempre. Era la hora en que solía despertar para preparar el desayuno de Romeo. Sus ojos se abrieron encontrándose con el pecho de su esposo, ese que alguna vez había sido su refugio y ahora se sentía como una jaula

Le tomó un momento procesar que había vuelto a casa, que había pasado la noche entre sus brazos. El aliento cálido de Romeo caía sobre su cabeza como una caricia no deseada. Con la precisión de una prisionera escapando, se deslizó fuera de su abrazo

Se vistió y aseó no para atenderlo, sino para ir al trabajo. Media hora a pie hasta la parada, una hora en autobús hasta Estudio Píxel & Pulso. Si se apresuraba, llegaría justo a las ocho

Romeo bajaba las escaleras cuando ella se disponía a salir. Irene se detuvo en el recibidor, ajustándose los zapatos

-Me voy al trabajo

Las palabras sonaron.extrañas en su boca, como si estuviera hablando un idioma nuevo

Romeo se quedó paralizado, procesando lentamente la información. Solo cuando la puerta se cerró tras ella, la realidad lo golpeó: Irene iba a trabajar. A Estudio Píxel & Pulso. La empresa 

de David

Sus labios se tensaron en una línea dura, pero el silencio fue su única respuesta. 

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19:54 

Capítulo 117 

Por primera vez desde que se mudó allí, Irene sintió que esa mansión era una verdadera prisión. El aire fresco de la mañana acarició su rostro como una promesa de libertad, aliviando momentáneamente el peso en su pecho

Pero la realidad tenía otros planes. Los autobuses se demoraban veinte minutos entre uno y otro, muy lejos de la precisión a la que estaba acostumbrada en el auto de Romeo

Llego tarde. Genial, pensó con amargura. Primer día después de faltar y ya estoy llegando tarde

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